La historia de Al Horford, el primer dominicano que juega en las Finales de la NBA




Por Tania Ganguli, The New York Times


Luego de 15 temporadas, Horford está jugando por primera vez en las finales de la NBA. “Estoy feliz de formar parte de eso”, dice el veterano jugador dominicano.


Cuando tenía 14 años, Al Horford se mudó de la República Dominicana, donde su madre lo había criado en Santo Domingo, a Michigan, donde vivían su padre y cuatro de sus medios hermanos.


“Eso fue tan genial”, dijo Anna Horford, de 29 años, media hermana de Al. “Ayudó a criarnos”.


Cuidaba de sus hermanos y jugaban béisbol, voleibol o básquetbol en el patio. Anna recuerda que Al faltaba a fiestas de la secundaria para quedarse con ellos.


Cuando crecieron y tuvieron edad para ir a fiestas, los aconsejaba y les pedía que actuaran con cautela y lo llamaran si necesitaban un aventón.


“Siempre como que ha tomado un papel más de papá”, dijo Anna. “Tiene como seis años más que el siguiente de los Horford. Siempre ha sido mayor, y siempre ha guiado el camino de cierta forma. Creo que es lo mismo con los Celtics”.


Y añadió: “Yo bromeo que es como el papá del equipo de los Celtics. Porque siempre como que pone a los muchachos en fila o cuando él habla como que se aseguran de escucharlo y prestarle atención y darle ese respeto”.


Al inicio de esta temporada, Al Horford, de 36 años, era el único jugador de los Celtics que pasaba los 30 años. El núcleo del equipo de Boston incluye a tres veinteañeros, Jayson Tatum, Jaylen Brown y Marcus Smart, que apenas empezaban su carrera en la NBA hace seis años, cuando Horford se integró a los Celtics.


Dejó Boston un tiempo corto antes de volver esta temporada y ha brindado su liderazgo veterano y estabilidad a unos Celtics que son jóvenes. Su presencia y su juego han ayudado a que Boston intente conseguir el décimo octavo campeonato de la franquicia.


“Son distintos, han madurado, son mucho mejores”, dijo Horford de Tatum, Brown y Smart. “Este es como su equipo. Es como su momento, ¿sabes? Y yo simplemente estoy feliz de formar parte de eso”.


Cuando Boston aseguró el campeonato de la Conferencia Este con una victoria en el séptimo partido frente a Miami Heat, Horford se convirtió en el primer jugador dominicano en llegar a las finales de la NBA. En su paso por equipos de Atlanta, Boston y Philadelphia, había jugado 141 partidos de eliminatorias sin llegar a las finales, más partidos que cualquier otro jugador.


La efusión de entusiasmo que mostró cuando los Celtics celebraron el título de conferencia reflejó cuánto significaba para él. Pero también significaba mucho para sus compañeros de equipo.


“Nadie lo merece más que este muchacho a mi derecha, aquí mismo, hombre”, dijo Brown esa noche. “Su energía y conducta, al asistir todos los días, ser profesional, cuidar su cuerpo, ser líder… estoy orgulloso de compartir este momento con un veterano, un mentor, un hermano, un tipo como Al Horford, hombre”.


Los Celtics ficharon a Brown en 2016, apenas unas semanas antes de que Horford firmara un contrato de cuatro años con el equipo. El siguiente verano, Boston eligió a Tatum en tercer lugar. A Smart lo eligieron sexto en el draft de 2014.


Horford pasó tres años con Boston —dos de ellos con Brown, Tatum y Smart— y los Celtics fueron a las finales de conferencia en dos ocasiones y perdieron en las semifinales de conferencia una vez. Optó por salir del último año de su contrato en 2019 y se integró a los 76ers como agente libre.


En diciembre de 2020 los 76ers lo transfirieron al Oklahoma City Thunder, que casi no lo puso a jugar. En junio de 2021, Boston acordó con Oklahoma para recuperarlo.


“Creo que todo pasa por algo”, dijo Horford. “Ese era un momento para que ellos maduraran y también para que yo madurara, que yo tuviera otra perspectiva y ahora apreciara más lo que tengo aquí”.


Cuando Brad Stevens, el presidente de operaciones de los Celtics y ex entrenador principal del equipo, llamó a Horford para informarle de la transferencia, Horford estaba en un carro con su familia. Todos empezaron a gritar de emoción.


“Creo que para él se siente como un hogar”, dijo Anna Horford refiriéndose a Boston. “Es el primer lugar en el que ha jugado donde sus hijos ya tenían la edad suficiente para tener conciencia de estar en los partidos. En Atlanta, Ean apenas era un bebé. Que él vaya aquí a la escuela, esté haciendo amigos aquí, y también sus otros hijos. Este fue el primer lugar que de verdad se sintió como un hogar para toda la familia”.


El hogar es un concepto muy significativo para alguien que ha sido tan itinerante como Horford.


En Santo Domingo, su madre, Arelis Reynoso, era una periodista deportiva que a veces lo llevaba cuando tenía alguna pauta.


“Sentía que era muy independiente desde una edad muy temprana allá”, dijo Horford. “Era muy especial, ese tiempo con mi mamá”.


Se mudó a Míchigan para la secundaria, luego fue a la universidad en Florida, donde ganó dos campeonatos nacionales con otros dos jugadores que tenían destacadas carreras en la NBA: Joakim Noah y Corey Brewer. Los Hawks lo ficharon de tercero en el draft de 2007 y jugando para Atlanta fue elegido para jugar sus primeros cuatro Juegos de las Estrellas.


Ahí se plantaron las semillas de su prolongada carrera.


“Vi sus hábitos diarios”, dijo Kenny Atkinson, entrenador asistente de los Hawks cuando Horford jugó ahí. “Al va a ser como Nolan Ryan: va a jugar hasta que tenga 45 años. Es muy impecable”.


Atkinson ayudó a Horford a desarrollar un juego de lanzamientos de 3 puntos, lo que también contribuyó a su carrera en una liga que ha estado descartando a los fortachones que no lanzan.


Atkinson ahora es asistente en Golden State. Fue entrevistado el día posterior a que Horford anotara 26 puntos e hiciera seis canastas de 3 puntos en la victoria de Boston frente a Golden State en el primer juego de las finales.


¿Qué le parece la forma en que ha perdurado la carrera de Horford?


“Lo odio”, dijo Atkinson, impávido. “Pero no me sorprende”.


Cuando regresó a Boston, Horford intentó compartir con sus compañeros más jóvenes los hábitos que con el tiempo había cultivado. A ellos les entusiasmó aceptar los consejos.


“Cuando los veo hablar con Al es casi como un maestro y un alumno”, dijo Juwan Morgan, un delantero de tercer año que firmó con Boston justo antes del final de la temporada regular. “Puedes ver el factor respeto. Cuando Al habla todos guardan silencio, escuchan porque saben que es por el bien del equipo”.


Horford lo llamó respeto mutuo.


“Intentar ser un buen ejemplo para ellos”, dijo Horford. “Intentar guiarlos y simplemente ayudarlos. Ellos saben lo que me importa, que quiero jugar de la forma correcta, hacer las cosas de forma correcta en la cancha. Pero también, fuera de la cancha, quiero hacer las cosas de forma correcta”.


Son las mismas palabras que Horford emplea cuando habla de sus hermanos menores y las formas en que ha sido un mentor para ellos.


“Para mí es importante ayudarles de cualquier manera para que puedan triunfar en lo que sea que elijan en la vida”, dijo Horford.


Parece que a su hijo le está heredando esa mentalidad de cuidador.


Ean es un niño sociable de 7 años con una cabellera tupida de rizos negros. Le encanta el básquetbol y pasar el rato en los vestidores con los colegas de su padre. Luego del primer y el tercer juego de las finales de la NBA, Al Horford lo tomó de la mano y lo llevó al podio para que participara en una entrevista. Ean le hizo un guiño a la cámara luego del primer partido.


“Ejerce una gran influencia en sus hermanas”, dijo Al. “Alia, mi segunda, ahora está más interesada en el básquetbol”.


A diferencia de su hermano, Alia, de cinco años, no pudo ir al tercer partido porque empezaba muy tarde, a las 9:00 p. m. hora del Este. Pero tenía tantas ganas de ir que hizo un dibujo de Al, su esposa Amelia Vega y Ean en el partido y lo dejó en la cama de su padre para que lo viera al volver a casa.


“Esta mañana me sentí mal. Fue como ‘Vas a estar en el cuarto partido’”, dijo Al, riendo. “Así que eso significa que mi tercera, Ava, también va a ir al juego. No hay forma de que se quede”.


Horford ve mucho de sí mismo en su hijo, sobre todo en sus habilidades de observación y en su energía competitiva.


También ve que Ean es un niño al que le encanta la responsabilidad de ser el hermano mayor, le gusta cuidar y enseñar a sus hermanos menores. Esa es otra cosa que comparte con su padre.

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