La desinformaciĆ³n social solo genera retroceso a la sociedad

 



Por Emilia Santos Frias

Sin dudas nos encontramos en una etapa de la vida en sociedad en que, el virus de la desinformaciĆ³n embiste a la libertad de prensa, a la libertad de opiniĆ³n. La informaciĆ³n errĆ³nea bellaca, se vende como pan caliente y se propaga a la velocidad de la luz. ¡Vaya paradoja, siendo esta contraria al bien!. 

“Nada viaja mĆ”s rĆ”pido que la velocidad de la luz, con la posible excepciĆ³n de las malas noticias, que obedecen a sus propias leyes especiales”. asegurĆ³ el escritor Douglas Adams, en el libro Informe sobre la Tierra: fundamentalmente inofensiva. 

Hoy, una legiĆ³n de cibernautas se ha convertido en creadora de informaciones negativas, que, por tanto, no fortalecen la vida democrĆ”tica de los Estados, mĆ”s bien violentan derechos fundamentales de sus pobladores, sea esto adrede o al constituirse en incautos multiplicadores de malas noticias y desinformaciones. Pero, “Lo falso, por mucho que crezca en poderĆ­o, nunca puede elevarse a la verdad”, nos atestiguĆ³ el Premio Nobel de Literatura Rabindranath Tagore. 

 Tal parece que hoy algunas libertades pĆŗblicas como la verdad estĆ”n sub iĆŗdice. ¡Ay de quienes cometen tal delito!, esparciendo a travĆ©s de los medios de comunicaciĆ³n de masa: tradicionales y modernos, entre ellos las redes sociales, violaciĆ³n a derechos humanos. La justicia les alcanzarĆ” en algĆŗn momento. ¡crĆ©dulos!, desconocen que, “cuando la verdad se digna venir, su hermana libertad no estĆ” lejos”, como aseguraba el mĆ©dico-orador Mark Akenside. 

Desinformar es engaƱar, en ello coinciden todos los estudiosos de este fenĆ³menos. Es manipular a las personas; atentar contra la buena fe. Generar miedo y divisiĆ³n; esa es su intenciĆ³n. La afirmaciĆ³n es avalada por expertos como el escritor Toba Beta. Esta acciĆ³n malsana puede ser realizada por cualquier persona. 

Algunos conocedores del tema, entre ellos, el tambiĆ©n escritor Ignacio Ramonet, en el caso de las y los profesionales de la ComunicaciĆ³n Social, advierte que, enviar muchas noticias, aunque sean breves y fragmentadas, puede producir en las personas un doble efecto negativo: sobreinformaciĆ³n y desinformaciĆ³n, esto quizĆ”s, al receptor no tener manejo del tema y por tanto hacer inferencia del cĆŗmulo de informaciĆ³n enviada. Sin embargo, se convierte en multiplicador de esa "noticia", que puede dar por verdadera o se suma a la ola del morbo.

“La verdad si no es entera, se convierte en aliada de lo falso”, indica el profesor Javier SĆ”daba. Por eso, es preciso recordar al maestro de  la FilosofĆ­a: SĆ³crates, quien certificĆ³ que: “Para decir la verdad, poca elocuencia basta”. Sin lugar a dudas, como vemos, la desinformaciĆ³n merma la participaciĆ³n social, en cuanto a debatir temas de interĆ©s colectivo, de desarrollo social, de bienestar para todas y todos. 

De igual forma, la desinformaciĆ³n polariza y contribuye a la involuciĆ³n social; genera descrĆ©dito en las instituciones, empresas periodĆ­sticas, figuras pĆŗblicas y hacia quienes la promueven, incluyendo a los llamados influenciadores o personalidades de las redes. Gestores de contenidos que de acuerdo a bloqueos educacionales o no, propician el odio con su accionar, que definitivamente no es Ćŗtil a la democracia, mĆ”s bien la amenazan.

Por eso, es imprescindible la mirada crĆ­tica a cada informaciĆ³n que consumimos; a la plataforma que la publica o difunde, y sus fuentes, procurando siempre que sean fiables. ¡No nos hagamos eco de la desinformaciĆ³n sensacionalista! No seamos parte de ese pĆŗblico que hace daƱo. Estas recomendaciones son ponderadas por la organizaciĆ³n UniĆ³n por las Libertades Civiles de Europa.

En nuestra naciĆ³n, la ConstituciĆ³n: la mĆ”s garantista de las leyes que poseemos, condena la desinformaciĆ³n. Plantea con claridad meridiana en sus artĆ­culos 42, acerca del derecho a la integridad personal, que toda persona tiene derecho a que se respete su integridad fĆ­sica, psĆ­quica, moral y a vivir sin violencia...del mismo modo, en el 44, que hace alusiĆ³n al derecho a la intimidad y el honor personal, afirma que, toda persona tiene derecho a la intimidad. 

Por lo que, se debe garantizar el respeto y la no injerencia en la vida privada, familiar…, se reconoce el derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. De esta forma, quien los viole estĆ” obligado a resarcirlos o repararlos. TambiĆ©n, la Carta Magna es enfĆ”tica al abordar la libertad de expresiĆ³n e informaciĆ³n: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio…, el disfrute de estas libertades se ejercerĆ” respetando el derecho al honor, a la intimidad, asĆ­ como, a la dignidad y la moral de las personas…”. ¡MĆ”s clara ni el agua!

De igual forma, la Ley 61-32, de ExpresiĆ³n y difusiĆ³n del Pensamiento, al referirse a las publicaciones, sentencia en su artĆ­culo 1: “Es libre la expresiĆ³n del pensamiento, salvo que se atente contra la honra de las personas, el orden social o la paz pĆŗblica”. Asimismo, la Ley 53-07 de CrĆ­menes y Delitos de Alta TecnologĆ­a, en su artĆ­culo 21, precisa que, la difamaciĆ³n cometida a travĆ©s de medios electrĆ³nicos, informĆ”ticos, telemĆ”ticos, de telecomunicaciones o audiovisuales, se sancionarĆ” con la pena de tres meses a un aƱo de prisiĆ³n y multa de cinco a quinientas veces el salario mĆ­nimo. ¡MĆ”s claro no canta un gallo! 

El activista por los derechos civiles Martin Luther King, afirmĆ³ que nuestra  verdad aumentarĆ” en la medida que sepamos escuchar la verdad de los demĆ”s. Por esto, te invito a que seamos garantes de los derechos humanos de nuestro prĆ³jimo, a sabiendas que, donde terminan sus derechos inician los mĆ­os y viceversa. En cuanto a esto, el inmenso JosĆ© MartĆ­, aseguraba que el que tiene un derecho no obtiene el poder de violar el ajeno para mantener el suyo.

Hasta la prĆ³xima entrega. 

santosemili@gmail.com                                                                                                    

La autora reside en Santo Domingo

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