México, DF.- A lo largo de la historia del futbol han existido tragedias: personas que murieron dentro de un estadio aplastadas por la misma gente, jugadores asesinados por carteles de narcotráfico, muertes súbitas dentro del terreno de juego, rayos que han caído en la cancha y equipos completos que fueron fusilados por obtener la victoria.
La mano de Hitler en el futbol
En 1942, la Segunda Guerra Mundial era la noticia de todos los días. La ciudad de Ucrania, que pertenecía a las URSS (la antigua Unión Soviética) había sido invadida por el ejército alemán,quienes llegaron a prohibir muchas cosas, entre ellas el futbol, este deporte no podía jugarse en ningún territorio donde los nazi estuvieran presentes.
Un panadero de nombre Kordyk, fanático del futbol, reconoció en las calles a Mykola Trusevych, que estaba mendigando en la calle, era ni más ni menos que el antiguo portero del equipo Dynamo de Kiev, por lo que decidió darle trabajo en su panadería a cambio de que buscara a sus demás compañeros de cancha. Pronto Kordyk había reunido a los once jugadores del mítico club local.
El desafío a los nazi
Comenzaron a organizarse juegos entre equipos formados por gente del vecindario y soldados alemanes que retaban al mítico Dynamo.
El 6 de agosto la Fuerza Aérea Alemana perdió 3-5 contra el equipo de Mykola, hecho que pegó fuertemente en el orgullo de los integrantes del Tercer Riech, quienes pidieron la revancha.
Esta vez sería distinto, el árbitro del encuentro fue un agente de la SS, la policía nazi, que permitió patadas, empujones, insultos y todo tipo de faltas a los alemanes; aún con todo, al primer tiempo la escuadra ucraniana ganaba 2-1.
Les advirtieron de que no debían ganar si querían seguir vivos, pero poco les importó, el honor estaba antes que cualquier otra cosa y el marcador terminó 5-3 con el orgullo de los que portaban la suástica por el suelo.
Pagaron su victoria con la vida
Aunque los dejaron festejar, fue cuestión de unos días para que la Gestapo arrestara a varios de los jugadores, el resto del equipo fue enviado al campo de concentración de Sirets donde más tarde fueron fusilados con las camisetas puestas.
La leyenda cuenta que el portero Trusevych murió con el brazo levanto, simulando parar un balón.
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